miércoles, 16 de diciembre de 2009

Jugadores y árbitros.

Desde sus inicios el número de jugadores por equipo se solía definir entre los capitanes, y no era normal que se disputaran encuentros con un número desigual de futbolistas por bando. En 1897 el número de 11 por equipo se hizo obligatorio para todos los partidos oficiales.

Durante los años 1860 los cambios de jugadores durante los partidos fueron gradualmente aceptados, aunque con constantes modificaciones y restricciones. En 1994 se permitió un cambio más a los dos ya permitidos, aunque uno de los mismos estaba destinado únicamente al guardameta. Finalmente en 1995 las tres sustituciones permitidas se abrieron a cualquier tipo de jugador.

Las primeras reglas de la FA no diferenciaban entre las ocupaciones de cada jugador. Se jugaba principalmente con los pies, aunque el uso de las manos estaba permitido para detener el balón. A comienzos de los años 1870 se comenzó a definir una posición particular: el guardameta. A diferencia de los demás jugadores éste tenía la posibilidad de utilizar sus manos en todo el terreno, lo cual se delimitó a su mitad de cancha en 1887 y a su área penal en 1913. En 1983 se definió que una vez que el guardameta controlase el balón con sus manos no podría dar más de cuatro pasos con el mismo antes de soltar la pelota. Anteriormente quedaba a discreción del juez si el portero estaba o no tratando de ganar tiempo al no jugar la pelota. Desde 1993 tampoco podría recibir un pase con el pie de un compañero y tomar el balón con sus manos. Por último en 2000 la regla de los cuatro pasos fue cambiada por una similar, pero con la restricción de seis segundos de posesión.

En un principio no había árbitros de ningún tipo, ya que las disputas reglamentarias eran discutidas entre los capitanes. Más adelante el uso de dos umpires, uno por cada equipo, comenzó a ser normal en Gran Bretaña; los mismos no tomaban decisiones, pero eran consultados en caso de que surgieran dudas. Extrañamente la primera mención de los umpires en las reglas del juego surgió recién en 1874. A final de los años 1860, por iniciativa de Sheffield, el uso de una tercera persona neutral (un referee) para dirigir los encuentros comenzó a ser estudiado. En 1881 surgió la primera aparición de un referee en las reglas del juego, aunque aún con poca autoridad; hacía 1884 los mismos ya podían tomar decisiones por cuenta propia, sin consultar a los participantes. En 1891 el referee, que se ubicaba afuera del campo, entraría al mismo, mientras que los umpires pasarían a ser jueces de línea. Desde este momento el referee, posteriormente conocido como árbitro principal o simplemente árbitro en español, tomaría las decisiones más importantes, como amonestar o expulsar, ya sea por doble amonestación o una infracción grave, a un futbolista. El uso de tarjetas amarillas y rojas para indicar ésto último surgió por iniciativa del árbitro inglés Ken Aston a finales de los años 1960. A partir de 1961 los jueces de línea dejarían de tomar decisiones, para simplemente indicar sobre las posibles infracciones al árbitro central. En 1993 y 2007 se sumarían el cuarto y quinto árbitro respectivamente, los cuales son opcionales, cumplen funciones administrativas y sirven como posibles reemplazos de sus colegas en caso de lesión.

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