Diego Armando Maradona (Buenos Aires, 1961) Futbolista argentino. Considerado como el mejor jugador de los últimos tiempos, destacó por su habilidad con el balón y su depurada técnica.
De familia humilde, Diego Armando Maradona empezó a jugar al fútbol con sus amigos de Villa Fiorito, un barrio suburbano de chabolas situado en la afueras de Buenos Aires. Apodado El Pelusa y Pibe de Oro, siendo muy pequeño consiguió un puesto de titular en el equipo infantil de Estrella Roja, de Fiorito. El entrenador Francisco Cornejo le vio jugar en este equipo y le propuso ir al Argentinos Juniors. A los 12 años ya era campeón con la novena división del Argentinos Juniors. En dos años ascendió ocho divisiones, de novena a primera.
Marchemos, hijos de la patria, Que ha llegado el día de la gloria El sangriento estandarte de la tiranía Está ya levantado contra nosotros (bis) ¿No oís bramar por las campiñas A esos feroces soldados? Pues vienen a degollar A nuestros hijos y a nuestras esposas
¡A las armas, ciudadanos! ¡Formad vuestros batallones! Marchemos, marchemos, Que una sangre impura Empape nuestros surcos.
¿Qué pretende esa horda de esclavos, De traidores, de reyes conjurados? ¿Para quién son esas innobles trabas y esas cadenas Tiempo ha preparadas? (bis) ¡Para nosotros, franceses! Oh, qué ultraje! (bis) ¡Qué arrebato nos debe excitar! Es a nosotros a quienes pretenden sumir De nuevo en la antigua esclavitud ¡Y qué! Sufriremos que esas tropas extranjeras Dicten la ley en nuestros hogares, Y que esas falanges mercenarias Venzan a nuestros valientes guerreros? (bis) ¡Gran Dios! Encadenadas nuestras manos, Tendríamos que doblegar las frentes bajo el yugo! Los dueños de nuestro destino No serían más que unos viles déspotas. ¡Temblad! tiranos, y también vosotros, pérfidos, Oprobio de todos los partidos! ¡Temblad! Vuestros parricidas proyectos Van al fin a recibir su castigo. (bis) Todos son soldados para combatiros. Si perecen nuestros héroes. Francia produce otros nuevos Dispuestos a aniquilaros. ¡Franceses, como magnánimos guerreros Sufrid o rechazad los golpes! Perdonad estas pobres víctimas Que contra su voluntad se arman contra nosotros. Pero esos déspotas sanguinarios, Pero esos cómplices de Bouillé, Todos esos tigres que, sin piedad, Desgarran el corazón de su madre ... Nosotros entramos en el camino Cuando ya no existan nuestros mayores; Allí encontraremos sus cenizas Y la huella de sus virtudes. (bis) No estaremos tan celosos de seguirles Como de participar de su tumba ; ¡Tendremos el sublime orgullo De vengarles o de seguirles! ¡Amor sagrado de la patria, Conduce y sostén nuestros brazos vengadores! ¡Libertad, libertad querida, Pelea con tus defensores (bis) ¡Que la victoria acuda bajo tus banderas Al oír tus varoniles acentos! ¡Que tus enemigos moribundos Vean tu triunfo y nuestra gloria!